Pasamos toda la tarde
juntos,dimos una vuelta, nos tomamos un helado, y hablamos de un montón de
cosas.
Me dijo que iba a volver a
venir a verme como fuera, y que no quería que esto se quedara sólo en una
tarde.
Hacía tiempo que no estaba
así. Esa sonrisa de tonta, esas ganas de que aquello no se acabara, de que no
volviera a su casa..
Pero se hizo tarde, y tenía
que volver, porque le quedaban aun más de dos horas de viaje.
Lo acompañé hacia la estación,
y pasamos por un puente donde habían candados con nombres de parejas.
Miramos unos cuantos, y le
enseñé uno que había puesto una amiga mía, justo en medio del puente. Le dije
que era un detalle muy bonito, y me miró, y me dijo:
-Un día pondremos tú y yo uno
que ponga "crucero 2011", para que esto no se nos olvide nunca.
Le miré, y con esa sonrisa de
tonta, le di otro beso.
Nos despedimos, y se fue hacia
la estación.
Mientras volvía a mi
casa, no paraba de repetirme como podía haber tenido tanta suerte.
Lo había conocido en medio del
mar, y daba la casualidad de que aunque fuera de fuera, vivía "cerca"
mío, y tenía las mismas o incluso más ganas de intentar esto como yo. Todo era
increíble, y me estaba pasando a mí.
Podría haber sido de lejos, o
no haber tenido las mismas intenciones que yo. Pero no.
Y por cosas como esta, que no
le pasan a cualquiera, empecé a creer en el destino.
Ese que hace que si dos
personas han de conocerse, da igual donde esté cada una de ellas, se
encontrarán, en las circunstancias que sean.
Aunque me hubiera gustado que
aquella tarde estuviera plenamente dedicada a él, había otra persona a la que
no me sacaba de la cabeza: Miguel.
Yo le había enviado un mensaje
diciéndole que sentía mucho que todo hubiera sido así, pero que no tenía la
culpa, y que no podía cambiar las cosas.. Y cuando llegué a casa, vi que me
había contestado, y aquel mensaje, aunque sé que el no quería,me hizo sentir
muy mal.
Me decía que respetaba todo lo
que le dijese, que era una chica súper especial, y después de decirme que
siempre sería mi amigo, acabó con un "te quiero", y un "siempre
serás mi niña".
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Diego me prometió que vendría
por lo menos una vez a la semana a verme, y yo, intentaría ir algún día, pero
era más difícil, porque yo estaba estudiando y en poco tiempo empezaría los
exámenes finales.
Cada día que pasaba, que
hablaba con él, que lo veía, estaba más a gusto.
Con él..me sentía diferente
que con otros chicos. Era yo misma, sin vergüenza a hacer lo que me apeteciera
hacer, ni a decirle lo que pensaba, y eso me encantaba.