viernes, 13 de abril de 2012

Recuerdos, capitulo 21.


El mes de mayo fue hasta ese momento, los 31 dias más increíbles de todo el año.
No había semana que Diego no me sorprendiera de alguna manera, que no me hiciera sentir la chica con más suerte de todas.
Hacía todo lo posible por venir a verme, cogía buses y trenes, y entre la ida y la vuelta, tardaba casi 5 horas.
Eran 5 horas que según él, pasaban rápido, porque significaban que iba a verme, o que había estado conmigo.
Que me dijera eso me sacaba una sonrisa imborrable, porque nunca nadie había hecho algo así por mí.
Nadie se había dedicado a buscarse la vida para verme como fuera, ni había cogido trenes, buses, esperado tantas horas sólo para verme una tarde. Eran pequeños gestos que lo hacían diferente, único.
Pero había una frase que no paraba de rondar mi cabeza.. “¿y si se cansa?” y si un día empieza a ver demasiado pesado todo aquello..? no quería hacerme la idea de que eso pudiera pasar, y más cuando cada vez que se lo preguntaba a él, y que le decía que tenía miedo de que se cansara, me contestara que no me preocupara, que él no se iba a cansar de venir, porque sabía que iba a verme a mí, y que eso, no había distancia que lo pudiera impedir.
Esas palabras, me reconfortaban bastante, pero el miedo a que él dejara de querer venir, de que se cansara, y de que todo acabara por culpa de la distancia, seguía ahí..

Una de las frases que se quedaron grabadas en mi memoria, fue un mensaje que me envió una noche:
“ sé que estas cosas no son fáciles de decir, y que hay que estar muy seguro para decirlo. Y por todo lo seguro que estoy, tengo que decírtelo: Te quiero.”
Esa frase…da igual el tiempo que haya pasado, la recuerdo como si la leyera cada día.


El día de mi cumpleaños, a finales de mayo, Diego vino a Alzira sólo para verme, felicitarme, y darme un regalo que me había hecho, y que según él, podría servirme para mi graduación del colegio. Después se volvería, ya que yo estaba de éxamenes.

Nos fuimos a un sitio donde nunca le había llevado. Era una locomotora vieja rodeada de césped, a las afueras.
Cuando llegamos, sacó una cajita roja con un corazón, y me dijo:
-espero que te gusten, y que te los pongas en la graduación, sería un detalle muy bonito.

Cuando abrí la caja, me quedé impresionada. Eran los pendientes más bonitos que me habían regalado nunca..


Le di un beso y un abrazo, y le dije lo mucho que me encantaba. Y que por supuesto, serían los pendientes que llevaría en mi graduación.

Y así fue.
 Ese día Diego quiso venir a verme, porque era un día muy importante para mí, y por eso, él decía que para él también.
 Le dije que no hacía falta, que no me iba a ver casi y que era mucho viaje para tan poco rato, pero una vez más, me demostró lo mucho que le importaba.
Cuando acabó todo, me dijo que un amigo venía a recogerle adrede, y él le pagaría el viaje.. y antes de que yo pudiera decirle nada, me cogió de la mano y me dijo:
- Lo he hecho porque he querido, porque quería estar contigo. No me importa pagar lo que sea, si sé que voy a verte.

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